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¡Un palo, un palo!

Dado mi estado calamitoso, ayer dediqué varias horas a ver la televisión. Cuando me disponía a sestear me encontré con una película, La ladrona de libros, que no había visto completa. Esta vez tampoco, porque me quedé media hora dormido, lo que no me impidió seguir la trama, que es bastante sencilla. Liesel es una niña polaca que viaja con su madre para ser adoptada por un matrimonio, Hans y Rosa, que vive en una pequeña ciudad cercana a Múnich. Su madre es comunista y teme ser represaliada por el régimen nazi. Liesel, que tiene unos seis años, no sabe leer, y sus compañeros de clase se burlan cruelmente de ella; una noche Hans, su padre adoptivo, se da cuenta del problema y juntos empiezan a descifrar las letras del único libro que tiene Liesel: un Manual del Sepulturero que se le cayó a un trabajador en el entierro de su hermano pequeño, que había muerto durante el viaje. Además, Hans pinta un abecedario en grandes letras en el sótano de la casa: debajo de cada una de esas letras Liesel irá anotando aquellas palabras nuevas que encuentre en los libros. De los rescoldos de una de las quemas de libros organizadas por los nazis, Liesel salva otro volumen con las tapas chamuscadas: El hombre invisible, de H.G. Wells. Así, Liesel aprende a leer y, bajo los bombardeos aliados, la lectura será su salvación.

Por la noche me he quedado escuchando la entrevista en La 1 de TVE a Maruja Torres, una de las grandes reporteras y periodistas de los últimos cincuenta años. Nacida en 1943, tuvo una infancia difícil en el barrio de El Raval de Barcelona. Su padre era un alcohólico violento y su madre una mujer maltratada y sumisa. Las calles y los pisos eran pobres, sucios, malolientes. Pero su casa estaba de espaldas al Liceo: la madre de Maruja cosía para una tienda que estaba junto a aquel impresionante teatro y allí pudo atisbar otro mundo ajeno a las sombras de El Raval. Lo primero que leyó fueron unos cómics ilustrados, hasta que un tío suyo, amante de la ópera y de los boleros, le regaló un libro sin ilustraciones: Oliver Twist, de Charles Dickens. Como era el único libro que tenía, lo releyó varias veces. Lo mismo hizo con los escasos libros que poco a poco fueron llegando a sus manos. De leerlos y releerlos, se enamoró de ellos para siempre. Empezó a trabajar a los 14 años en unas galerías comerciales. A los 16 conoció a Terenci Moix, a su hermana, Ana María, y a Manuel Vázquez Montalbán. La amistad se convertiría en otro de los pilares de su ajetreada vida. El día que, por fin, entró a trabajar en la redacción de un periódico y olió la tinta y descubrió la linotipia, encontró su tercer pilar: el periodismo y la libertad.

Y yo, pensando en la infancia de esas niñas, que llegarían a desarrollar una vida plena pese a las dificultades iniciales, me pregunto por el futuro de los actuales infantes del móvil y la tablet. ¿Sabrán apreciar el valor de las cosas? ¿Se lo estamos poniendo todo muy fácil, menos ese futuro? ¿Les dejarán el mismo poso los vídeos de Tik Tok que un libro de Dickens? ¿Reconocerán el rostro de la amistad entre tantos amigos virtuales? ¿Son estas las preguntas propias de un hombre viejuno y desactualizado?

Arturo Pérez Reverte opina que el libro, en el formato que sea, tiene los días contados. La explosión editorial que estamos viviendo serían las últimas llamaradas de una estrella que agoniza. Quizás tenga razón, chi lo sa, pero yo, por si acaso el académico está equivocado, esta Navidad seguiré regalando a mis sobrinitos/itas un libro. Adquiridos en una librería, por supuesto. Y, ya puestos a derrochar, me acercaré un día a Fuentes Blancas y buscaré unos buenos palos, les redondearé las puntas para que no se saquen un ojo y los envolveré en papel de los chinos. Después, compraré un bolígrafo solidario de la Fundación Crecer Jugando y se lo pegaré al engalanado palo con un trocito de celo. Todo un éxito, seguro.

Imagen editada por Neila Rodríguez

El socio n.º 3

3 comentarios

3件のコメント


ゲスト
2022年12月17日

Ah, y un detalle importante que sugiere el artículo (pido perdón previo por razones obvias: yo no he visto la película), pero queda muy clarito (y palpita la emoción) que leer es muy impotante, pero aún más lo es "entender", detalle no minúsculo, considero.

Y aprender a leer (comprender) en tales circunstancias... ¡Qué logro!

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ゲスト
2022年12月17日

Un palo es un palo y nos permite dibujar corazones u otros sueños sobre arenas varias, ya sean blandas o duras, de sembrados resecos o de playas vírgenes. Un lubro es un libro, y nos puede permitir recrear o dibujar un palo, un sembrado, una arena, una playa... Pero la vida de hoy no es ni palo ni arena ni playa ni libro... Maruja Torres tuvo la fortuna de hacer fortuna en un mundo no tan lejano, no, pero sí bastante increíble, en el que podías hacer amigos y carrera sin cursar carrera alguna.

Y dijo Dios en su día :"Quien tenga oídos, que oiga; quien tenga ojos, que vea".

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ゲスト
2022年12月16日

Estupendo como siempre y aplaudo la propuesta final, que como poco será divertida. Ahora bien me temo que: "¿Son estas las preguntas propias de un hombre viejuno y desactualizado?" ¡Ay! Será cierta... y no estarás solo.😜

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