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Soledad (XXVIII)

Soledad esta noche tuvo un sueño estresante, pero amable (el recurso antiguo de establecer relatos a partir de sueños ya le parece a Soledad demasiado manido, como un así como qué levamosahacersinoquedamasremedio).


Soledad no buscará una salida tan fácil para explicar/terminar su vida, su existencia tan precaria por otra parte, pues depende su ser de una Hacedora (mala) a quien debe matar para ella no ser tan poco, pero lo poco que pueda irradiar de sí misma, sea solo ella, por ella y para ella, para destruir definitivamente el matrimonio incestuoso entre el Sol y la Edad; para que el Vaticano lo declare definitivamente nulo... ¡Qué triunfo de Soledad, ay, madre, pero qué grandísimo triunfo!


Pues, a lo que íbamos: Soledad ayer soñó con Halloween y una noria...

A la noria subían niños, muchos niños, con trazas de espantapájaros y palomitas de maíz para entretener bocas aburridas y ojos desgastados de tantos artilugios nuevos, ya obsoletos, ay madre, para ellos.

En la taquilla, pasaba tiques ese payaso de ocasión pintiparada con cara de malo, que no sé cómo se llama, pero que  provoca un estampido de terror incapacitante a quien lo mira...

Pues, visto así, ni tan mal todavía...

Yo, sola, acompañada siempre por mi fiel Soledad, con la Edad latiendo acelerada en mi corazón sin freno, con el Sol oculto bajo el toldo de mi cabina, asida (aterrada) a la única barra que vi, me comprometí, madre, cerré fuerte fuerte los ojos para vencer el miedo, la realidad, la irrealidad, el más allá... ¡Ay, madre, por qué lo hice, por qué, si yo no estaba preparada, si estoy advertida por mi Madrastra, que es mi Hacedora, que no haga ningún esfuerzo, que mi corazón es un conejillo de paja sin sombrero...!


Pues ahí se lanzó Soledad (Cid con Tizona, mas sin yelmo) contra todo pronóstico, contra toda lucidez, sin sopesar el yin y el yang de ser buena o mala, porque ella fue creada para solo ser buena.

Y comenzó la noria a rodar... Y siguió la noria girando más y más deprisa... Y el mundo se iba haciendo caramelo de mentol, luego se ablandaba en gominolas de sabores... Llegó el negro, regaliz oscuro y acre... ¡Ay, madre, y cómo detener esta maldita máquina que no se para nunca, que da vueltas a izquierda y derecha, que tanto me marea, madre, ay, que tan mareada me deja...!


Pues Soledad ni siquiera se despertó espantada de este terrible sueño...

Su Hacedora acudió a buscarla a su casa, imperturbable, como siempre, pero un pelín enfadada (suponemos todos), porque Soledad hoy no había acudido puntual, como todos los lunes, a la revisión de sus engranajes en la Súper Robot Usain Soledad S.A.


Y piensa Soledad, ya sin lágrimas porque gastó todos los cleenex: ¿Es que, madre, es justo ser plastilina de laboratorio a merced y capricho de un dios o de un  diablo, de un cielo o de una tierra? ¿Por qué, madre, por qué y para qué, si ya soy solo muñeco de paja que no espanta a pájaro alguno, si ya el espejo de mi baño ha engullido mi rostro, si ya no lato con el alocadoabsurdoasesino girar de la noria que de niña me producía taquicardias, mas no infartos, auspiciada siempre por la sonrisa grande y roja y los ojos negros negros, grandes grandes, abiertos abiertos, pero cayendo, pero torciéndose para abajo –gruta amenazante que te quiere engullir, niña tonta que subiste a la noria sin el permiso de tu madrastra– de ese payaso malo malo que no tiene pelo y que da tanto miedo aunque tanto sonríe..., payaso raro raro, sí, madre...?


¡Ay, madre! ¿Y a dónde ir ahora, ya tan tarde, cuando ya no existe sintonía entre el corazón y el alma? ¿A dónde, madre, ir cuando te quiero ya tanto y tanto que otro amor no le será ya posible a mi corazón definitivamente estrecho, con sístole declarada, ya sin latido, ya sin Sol..., ya solo Edad...? ¿Y qué hacer ya, madre, a quién llorar...? ¿Existirá una noria en el cielo que gire al revés, que primero nos maree en aromas de regaliz y, al final, nos obligue a reír embadurnados en buñuelos de mentol y nata? Y eso ¿lo sabes tú ya, madre, que estás ahí? ¿Lo sabes...? ¿Me lo dirás, por ventura, madre, me lo dirás?

Imagen editada por Neila Rodríguez. Fuentes de las fotos: RTVE y La Dolce Vita

Ana Rosa M. Portillo

2 comentarios

2 Comments


Guest
Oct 31, 2022

Es hora ya de romper el precinto de esta estupenda colaboración, ¿no?

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Guest
Oct 31, 2022

Cómo decirte que te quiero, y que me gustas tanto tanto?

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