Brilla el magenta plateado del contorno. A veces acaba las figuras en un cilindro piramidal y otras, en un triángulo de pedestales triangulares. Se deslizan los tintes del cortinaje de color por toda la superficie. Es una arquitectura perfecta. Las perspectivas son impactantes. Casi se puede saborear la frambuesa liofilizada en la complejidad helada. Esfera mate, fucsia metálico que recorre la materia; saetas fosfóricas que inundan el fondo. Ese mar pictórico retrata una belleza sabrosa, dulce, ácida, creativo. Las esquinas están espolvoreadas en rosa palo. El brillo resplandece en un rosáceo celestial. Miles de tintes de la composición del mismo espíritu de color.
NeiRma
Esta especie de nebulosa rosácea da lugar a un perfecto maridaje entre gastronomía y poesía. Una gastronomía lírica, podríamos decir. Los matices arquitectónicos, lenguaje deconstruido al albur de la escritura automática, completan un poema lleno de cromatismo y pequeñas sorpresas asociativas, en la línea creativa de la autora.
Perfecto. Lo quiero ver en mi plato ahora mismo: corroboraré todas las magias de este espectacular artículo, mientras degluto sus sabores...