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"Pedro Páramo", Juan Rulfo


Pedro Páramo
Fotografía tomada por D. S. Martin

1.ª edición: Fondo de Cultura Económica, 1955.

Ejemplar leído: Editorial Cátedra, colección Letras Hispánicas, 3.ª edición, 1985. Edición de José Carlos González Boixo. 198 páginas.


Me compré este libro el 6 de enero de 1987. Debió de ser un autorregalo. Recuerdo que nos lo había recomendado Tino Barriuso, el poeta, nuestro profesor de Física de 2.º de Bachillerato Internacional. Yo iba por ciencias, pero se ve que ya me tiraban más las letras. Me leí el libro, porque me he encontrado un par de anotaciones a lápiz en sus márgenes, y su imagen me ha rondado desde entonces. Me lo releí con prisas en la universidad, muchos años después, cuando preparaba la asignatura de Literatura Hispanoamericana. Me lo he vuelto a leer ahora, detenidamente, y me ha asombrado. Realmente, es la primera vez que lo leo.


Pedro Páramo es una novela compleja. Desarrolla un enmarañado argumento de fondo en un centenar de secuencias que se van conectando siguiendo distintos hilos narrativos. Si el lector está atento, puede reconstruir el argumento. Conociéndolo de antemano, se puede prestar más atención a la forma, a las voces narrativas, a los fragmentos líricos, al uso magistral del diálogo. Por eso, si quiere dejarse llevar por una primera y alucinante lectura, no lea el argumento que desarrollo a continuación:

Pedro Páramo se enamoró cuando era un niño de Susana San Juan, la hija de Bartolomé San Juan. Fue un amor infantil, pero el recuerdo de ese amor marcará toda su vida. Pedro fue un niño raro, inconformista, desobediente, que se quedaba viendo llover. Lleva una vida de crápula, violando y forzando a muchas mujeres de la zona. Cuando su padre, don Lucas, es asesinado de manera fortuita en una boda, Pedro Páramo acaba con todos los que tienen algo que ver en ello. Tras hacerse cargo de la hacienda de la Media Luna, don Fulgor Sedano, el administrador, le arregla un matrimonio fulgurante con Dolores Preciado, una de sus principales acreedoras. Dolores, una solterona que consiente los abusos de su marido, le abandonará pronto y regresará a casa de su hermana, quien vive más allá de la ciudad de Sayula. Juan Preciado, el hijo de Dolores y Pedro Páramo, es una de las voces que dominan la historia. Escuchamos esta voz desde la tumba: Juan Preciado se volvió loco al llegar a Comala buscando a su padre, murió y fue enterrado junto a Dorotea, una mujer pobre y trastornada que siempre creyó haber tenido un hijo. Por otra parte, entre sus muchos hijos naturales, Pedro Páramo reconoce a uno, Miguel Páramo, que tendrá tan mala sangre como su padre, y morirá joven al caer del caballo. Finalmente, Susana San Juan también está loca: imagina un amor con Florencio que nunca existió y, cuando regresa a Comala más de veinte años después, se pasa las noches delirando mientras Pedro Páramo la contempla desesperado. Cuando muere Susana San Juan, las campanas del pueblo repican durante días, por lo que se termina organizando un gran jolgorio y la gente se olvida del funeral. Pedro Páramo decide vengarse de Comala y deja morir el pueblo por abandono. Ni siquiera las distintas guerras civiles que asolan la región le hacen olvidar a Susana San Juan ni mitigan su determinación de acabar con Comala.

Pedro Páramo es una novela de síntesis en la que las palabras están escogidas concienzudamente. Cada acción, cada gesto, cada diálogo, nos sumerge en un mundo del que vamos descubriendo sus misterios y entendiendo las claves de interpretación. Hay voces de muertos y voces de vivos, vidas soñadas, sentimientos y sensaciones muy reales –el dolor, el frío, el miedo, la soledad, el rencor– un paisaje difuso y opresivo y una naturaleza omnipresente –el calor, la lluvia– que aplasta a los personajes. Hay otros factores que contribuyen a crear un mundo cerrado, agobiante y violento: la idea de pecado, encarnada en el obispo y en el padre Rentería, la violencia contra la mujer que ejerce Pedro Páramo y su hijo Miguel Páramo, el caciquismo y el control de la producción de maíz concretado en los trojes de Pedro Páramo, el servilismo del administrador, don Fulgor Sedano, la aceptación de la situación por parte de las criadas como Damiana Cisneros, la complicidad del padre Rentería, las banderías guerracivilistas en las que Pedro Páramo ordena a sus secuaces –Dámaso, el Tilcuate– tomar partido por el mejor postor. Un mundo asfixiante donde, en contraste, Juan Rulfo inserta fragmentos de un profundo lirismo, lorquiano, casi vanguardista.


Juan Preciado va a buscar a su padre a un mundo arrasado por el rencor de esa misma persona, Pedro Páramo. Juan morirá enloquecido por los susurros, por las voces de los muertos y, desde la tumba, escucha otras voces. Solo en la muerte o en la locura parecen los personajes abandonar el desasosiego. Reposan tranquilos, sueñan con un pasado feliz –como Susana San Juan, como Dorotea, como Dolores y su imagen idealizada de Comala, como el mismo Pedro Páramo y sus recuerdos infantiles– y se revuelven en sus tumbas por la humedad de la incesante lluvia. Mientras, su alma vaga, quizás, por esos otros mundos de los que habla el padre Rentería: el cielo, el purgatorio, el infierno.


Les aconsejo que se lean una edición con notas a pie de página. Hay bastantes americanismos, especialmente léxico nahualt, y muchos otros aspectos que aclarar. Como les decía, no es una novela fácil: su autor eliminó más de ciento cincuenta páginas de la versión inicial. Y, si han llegado hasta aquí, olvídense de lo que les he dicho y sumérjanse en las profundidades líricas y narrativas de Pedro Páramo.


D.S. Martin

2 comentarios

2 Comments


Guest
Jun 22

Gracias por la recomendación. Leí la novela hace muchos años y apenas recuerdo la exactitud de su lenguaje y la soledad del ambiente

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Guest
Jun 21

Gracias por recordarnos la existencia de esta originalísima ¿novela? , llámese lo que se llame; sea lo que sea

La tenía casi olvidada (aunque yo también la he leído al menos tres veces). Es breve pero intensa, hecha de una urdimbre de facetas, conceptos, magias, asperezas, sentimientos, desesperanzas, ahogos, ilusiones, ensueños, deseos, venganzas, amores imposibles, odios sazonados y recrudecidos por el tiempo... Qué más decir. Se puede, pero siempre sería poco.

Gracias D. S. Martin.

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