top of page

Outsider



En mi circunstancia nunca hubo espacio para lo poético. Para lo poético de verdad, lo auténtico; lo derivado de un vaso de vino o de una caneca de aguardiente. En mi circunstancia, nunca hubo regazo para ese grito de auxilio, para ese llanto envuelto en risas. Nunca hubo comprensión. Las circunstancias, malditas circunstancias, siempre me obligaron a justificarme, siempre me juzgaron hasta que dejé de servirlas, siempre posaron sus ojos sobre mi espalda como un cuervo en día de difuntos, hasta que ya no quise saber más de sus asuntos y volé despacio. Las circunstancias dan dibujo a cualquier entorno, pero eso no significa que debas sentirte orgulloso. Doy un paréntesis para que respires, para que levantes barbilla y pienses que el alcohol ha sido mi único aliado, posiblemente el único amante que ha sabido desnudarme cada fin de semana. El único que es capaz de relanzar mis esputos más sinceros que viajan certeros hasta tus funanbulistas neuronas. Dichosos aquellos que supieron escucharme, escucharme como algo más que un simple guasón o una distracción a su sistemática vida, porque Dios les guarda un sitio a su lado, un sitio de vacío infinito. Estas son solo las palabras de un humano con sangre en las venas. Un humano que es más de lo que sois muchos, porque yo aún todavía siento, todavía escribo, todavía leo. Quiero recordar que mi virtud no es otra que darle al coco y demostrarme a mí mismo que no estoy dormido, que he puesto el despertador en el maldito móvil y que Jobs sabía lo que iba a pasar. Menudo hijo de puta el loco de Steve, cómo envidié siempre la manera de interpretar la vida de un programador o de un informático. Yo solo pude girar el pomo y ver un poco entre tinieblas. Siguiendo con lo nuestro, no me interesa hablar de sus progresos o de sus pasatiempos, tengo otros menesteres en que suicidarme. Pero nunca me retes, porque no podrás soportar la oscuridad de la que provengo. Los grados mecen mi cuna, mi descanso, mi paz y mi hambruna; una hambruna metafórica pero no muy alejada de la realidad. Y todo esto mientras saboreo una doble Malta. ¡Pobrecitos! Sin saber lo que va a pasar.

Mr. Robot




0 comentarios

Comments


bottom of page