El agua no excava su curso ni elige su desembocadura. Algunos humildes regatos, en los altos valles de montaña, recorren unos pocos kilómetros entre pedruscos, pozas de aguas límpidas donde acechan las libélulas y breves remansos para, casi sin quererlo, verter sus aguas en otro riachuelo cuyo nombre solo recuerdan los mapas. En otro arroyo todavía indigno del nombre río. Los ríos son más orgullosos, se creen más largos, más caudalosos, aunque sean ríos pobres y mesetarios como nuestro río Arlanzón, domeñado por dos embalses en la Sierra de la Demanda. Bien sabe el Arlanzón que no es afluente principal, que no sale en los libros de texto, que es tributario del Arlanza, río de alta cuna castellana. Pero ni siquiera el efluente del Arlanza, el Pisuerga, es conocido más allá de sus vegas y tierras de labrantío. Sí lo es ya el Duero, río de vino y moscas, de altas cumbres del Urbión, choperas, arribes y fados. Y el Duero, río de reyes y de la reina Juana, va a morir en la mar.
Es Año Nuevo en las urbes católicas. Conmemoramos –no lo sabía– uno de los cánones establecidos en el Concilio de Éfeso: la doble naturaleza de Cristo y la declaración de María como Madre de Dios.
Blanca vive en Las Rozas, en la sierra de Madrid. Esta mañana, después de escuchar el concierto, se ha acercado a las orillas del Guadarrama: espera que en el 2023 las clases de yoga y meditación la ayuden a entender a sus hijos, que no estudian nada y están todo el día con la tablet, con la pasta que les cuesta el colegio Logos; y a su marido, que llega tan estresado del trabajo, el pobre, que no para, con su puesto de alto ejecutivo en el área de proyectos internacionales de Acciona. Y, de paso, espera perder ese par de kilitos que ha cogido estos días, que ya no le vale la 38.
Junto al Arlanzón, en Burgos, Catalina espera a los voluntarios de la Cruz Roja. Si no es por el aguinaldo de Navidad, sus hijos no habrían probado ni los polvorones ni el turrón. Quizás este año encuentre trabajo, no tenga que seguir compartiendo el piso con Andrea, que es muy maja pero tiene tres hijos, y siete son muchos para un piso con tres habitaciones y un baño.
En otros muchos lugares la vida sigue, no se detiene entre besos, abrazos y buenas intenciones.
En la ciudad de Donetsk, junto al río Kalmius, un soldado ucraniano aprende a manejar el nuevo sistema antidrones facilitado por el ejército español. Espera tenerlo todo controlado en menos de una semana.
En Yemen del Sur, junto al Wadi Abirayn, un recién licenciado de la Facultad de Ingeniería contempla ensimismado el canal muerto, tan muerto como sus esperanzas de prosperar en un país arrasado.
En Bangladesh, junto al río Turag, varios niños llevan sobre sus cabezas una docena de ladrillos; el agua enfangada les llega hasta la cintura; uno de ellos lleva una camiseta de Fly Emirates. Solo esperan el final de la jornada.
Ya saben, dicen que el camino al Infierno está empedrado de buenas intenciones. Si es así, las espaciosas casas del Paraíso, junto al río Ulay, estarán diseñadas por arquitectos de Yemen del Sur y construidas con ladrillos de Bangladesh; el día de Año Nuevo, un dron divino lanzará polvorones Felipe II y trocitos de turrón de chocolate, mientras María, la Madre de Cristo, ya lo sabemos, sonríe beatíficamente, como si estuviera en una clase de yoga.
El socio n.º 3
Muchas gracias por vuestros sabios y elogiosos comentarios. Admito que el cambio de nombre de la sección ha traído un tono más serio y contenido, aunque seguiré intentando compaginar, en estas ojeadas críticas a la actualidad, reflexión, ironía y sentido del humor.
No tengo palabras. Los ríos de Jorge Manrique, dan, en un logrado tono machadiano, paso a lo que, denominado actualidad, no es sino la mera compulsión a la repetición, que lleva a la muerte. No a orillas de Arlanzón, ni del Arlanza, ni del Duero, ni de Madrid: en el mundo se pudren cada día millones de cadáveres (según las últimas estadísticas), y la hélice heraclitiana no avanza, no construye en su retorno, sino que sufre a cada vuelta no un regreso, sino una regresión, socavando el fondo de los ríos que se hunden a cada vuelta un poco más en el fango de su fondo...
Un triste saludo de año viejo...
La socia numero 15.
Un texto bastante diferente a los anteriores (el humor esta vez es más sarcasmo, quizás sorna, también más soterrado), pero ideado y embridado por la misma pluma de nuestro genial socio n. ° 3, pese al cambio de título de la sección (menos jocoso y más reflexivo, incluso rozando el mito).
La vida de las personas y de los lugares que nos cobijan, desde los primeros tiempos, siempre se ha situado a la vereda de los ríos, intuyendo la bonanza que el agua prodiga a la mera supervivencia... Unos ríos son más soberanos y se nutren de graciosos riachuelos o arroyos vasallos que les permiten culminar su laboriosa gesta en el todopoderoso mar; otros son chiquitos y, como los pececillos,…