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La sonrisa de Joaquín

Las ninfas del Jardín de las Hespérides cantan suavemente en un atardecer de primavera. Ladón, el dragón de cien cabezas que custodia los manzanos de la inmortalidad, levanta somnoliento la cabeza. Le han contado que Euristeo ha mandado a Hércules robar los dorados frutos del jardín, pero sabe que el fornido hijo de Zeus no lo intentará en una tarde así, en la que el Betis juega la final de la Copa del Rey frente al Valencia, en la que hasta el propio Atlas se ha acercado al río para escuchar el melodioso canto de las ninfas entreverado con los lejanos cánticos de la afición verdiblanca en el Benito Villamarín: «¡Betis, Betis, Betis!».

Esta tarde de primavera el suave viento del oeste, Céfiro, lleva el armonioso canto por los campos y los mares de Europa. Los madrileños aguzan sus oídos y se paran a escuchar la dulce tonada que atraviesa la polución vespertina. Y se sienten un poco andaluces. Los vascos y los catalanes abandonan por un momento sus quehaceres, levantan la cabeza de su terruño y sueñan por un momento con un mundo más ligero, mas ancho y ajeno. El aéreo cantar atraviesa los Pirineos y un votante de Marine le Pen esboza una sonrisa y acepta el presupuesto que le ha presentado Ahmed, el hijo de Hafid, que tiene una pequeña empresa de reformas. Un curtido pescador de Lampedusa avisa por enésima vez a la Guardia de Finanza de la llegada de una barcaza repleta de afganos. La melodía —yo no digo mi canción, sino a quien conmigo va– interfiere en las comunicaciones de un comando ruso y un soldado checheno de diecinueve años apoya su misil anticarro en el suelo y se acuerda de que en ese momento su madre estará preparando la cena.


En el barrio de Heliópolis se tira la tanda de penaltis. El valencianista Yunus Musah manda la pelota a las nubes. Joaquín esboza una sonrisa, la brisa agita suavemente las hojas de los manzanos, y un susurro de felicidad, una ligera y alegre tonadilla –y en la noche quejío y quiebro– recorre el graderío. Los del Sevilla, a pesar de todo, se sueñan un poco béticos. Juan Miranda, un chaval de la cantera, marca el quinto y definitivo penalti. Y Joaquín levanta la Copa del Rey. Piensa en su mujer y en sus hijas: sus tres ninfas; recuerda sus primeros partidos en Los Frailes, en el Puerto de Santa María y observa las caras de los aficionados, de los miles de niños que le miran felices, y el fauno de Tartessos, Ioachim, Joachim el godo, Joaquín Abadi, Joaquín, sonríe.

Diseño de imagen realizado por Neila M.ª Rodríguez entre Céfiro, imagen de atamy y Joaquín en Cadena Ser.


El socio n.º 3
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