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Horror vacui

Teóricamente, las vacaciones son un periodo de merecida holganza y disfrute, pero, en los tiempos que corren, la tipología vacacional es tan extensa que veremos si la etimología del nombre nos aclara el asunto. Al parecer, la palabra vacaciones se enraíza en dos verbos latinos: VACARE 'estar vacío, ocioso' y VAGARE 'andar sin rumbo'. Por cierto, otro día abordaré las distintas construcciones con el verbo andar, que dan mucho de sí. Porque si la vida es camino, vivir es andar.


No pretendo que este artículo fluya ligero: es el primero de la temporada y, durante los dos últimos meses, no he escrito una sola letra. La mayoría de la gente vive su vida sin escribir y, muchos, sin leer. También los salvajes caminan descalzos. Lo cierto es que en junio anoté algunas ideas para escribir un artículo sobre el ensueño de las vacaciones, y ahora tengo algunas anotaciones sobre el regreso de las vacaciones, pero, al releerlas, me parecen reflexiones manidas. De todas ellas, destaco una: viajar es alejarse de uno mismo. Y salvo otra: en las películas americanas siempre dicen «necesitas unas vacaciones»; mis abuelos no hubieran entendido esa afirmación. Es difícil alejarse del tópico; un buen artículo es aquel que se desliza por la tangente, aquel que encuentra el reborde de la rueda de celo de la realidad.


Así, y a pesar de lo que nos quieren vender, es fácil apreciar –si uno se para a pensar– que, en una sociedad mercantilizada, el tiempo de trabajo y el tiempo de ocio son el mismo tiempo, esto es, un tiempo lleno, un tiempo con objetivos, un tiempo contable y contado, un tiempo enajenado. Porque el punto de partida de este texto, lo que me hizo rechazar las notas de esos posibles artículos pre y postvacacionales fue el haberme sentido, por un momento, de vacaciones. Y no fue en Herbosa, mientras Javier Sainz Saiz, zamorano de adopción, me ilustraba sobre la historia del alfoz de Bricia; ni en la playa de Liencres, mientras, junto a mi encantadora novia, hincaba los pies en la arena para que la marejada no me arrastrase; ni en el pueblo, mientras, subido a una escalera, a pesar de mis neuropatías, recogía los primeros higos de la temporada. El único momento en el que me he sentido de vacaciones este verano fue un día en el que, al salir del garaje, después de haber pulsado el botón del mando a distancia, puse el freno de mano en medio de la rampa de salida y me quedé mirando cómo se levantaba el portón. Cómo se doblaba en dos lenta y pesadamente y cómo la luz del sol, la luz del no yo, la luz de la nada, iluminaba las tinieblas.



Galaor de Langelot

4 comentarios

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Guest
Sep 15

Saber que mis artículos no se pierden en el océano textual digital, saberme leído, aunque fuera -como decía Valle Inclán - por un solo lector, me anima a seguir escribiendo. Gracias por vuestros comentarios.

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Guest
Sep 15
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Jajaj👍

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Guest
Sep 15

El horror al vacío, a esa sensación extraña que todos hemos sentido alguna vez (grandes, pequeños; ricos y pobres; prebostes y vasallos) yo creo que no tiene remedio... Esa náusea que nos provoca el vacío (y su continuidad obligatoria) no tiene parada de autobús donde aparcar y permitirnos apear.

Es la vida, y el miedo a disfrutarla un poco para, en nada, perderla definitivamente... Es el miedo al SÍ y al NO, y al NO saber nunca por qué SÍ o por qué NO... Es esa cucaracha que siempre acecha para no significar nunca nada.... Un poco de miedo, si acaso, de asco también.

Feliz otoño, que ya se cierne....

Mejor no pagues garaje, total sólo será una puerta que…

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Guest
Sep 14

Como bien dice, vacare y vagare y su resultado, vacaciones, son palabras subversivas, vandalizadas...

Me alegro de que se haya dado cuenta. Las vacaciones son, para mí, estar en mi casa sin hacer nada que no sea vagar literal o metafóricamente desprovista de sentimiento de culpa. Sola, claro, que ya decía mi madre que las amas de casa nunca tenían vacaciones. Mientras estaba usted parado en la rampa del garaje, estaba yo en mi sofá conjurando el horror vacui, reconciliándome con él, y no sé si echando de menos sus artículos o, al menos, este. Es usted un personaje cruel. Ya sabía yo que somos patéticos adanes y evas expulsados del paraíso por un dios mercantilista, pero intentaba olvidarlo...

Bienvenidos,…


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