Ante las vigas de madera raídas por el tiempo; ante sus cristales rotos, sus esquinas descoloridas por la historia, las interminables filigranas de argento transparente, cuyas ánimas van y vienen en sus trabajos escondidos.
Tejer y tejer prendas para vestir y colgar, mientras las lágrimas de la lavadora caen al vacío o se mueren en el desierto de un sol que no da tregua salvo en el imperio de la luna. Prendas que se descoyuntan con el tiempo, con los tirayafloja de los niños y los bordes punzantes; testigos del paso del tiempo; de cómo se pasa la vida, de cómo se viene la muerte, tan callando.
Espectros de luz entre las sombras de una calle tenebrosa, de una vena más, oscura, sin luces de Navidad, alejada del centro y cuya vida es ajena al mortuorio sinfín de apariencias enfrentadas entre risas, lloros y absurdos enfados. Al menos ahí está, impertérrito, absorto en su libro y con su café en la mano, el que ha retratado todos los cipreses del mundo, todas esas saetas de esperanza que acongojan al cielo con su lanza.
NeiRma
Recuerdo un poema de Claudio Rodríguez en el que también habla de una ropa tendida. En ese poema, al sol. En este caso, el tendedero nocturno es hermoso y triste a la vez. Parece olvidado al relente del invierno. Las citas de Jorge Manrique y Gerardo Diego, soriano ocasional, rematan unos logrados párrafos.
Sí: una foto tenebrosa, hermosa en su realismo, y un comentario lúcido y veraz.
La Navidad es ya un poco como esas ropas que cuelgan bocabajo, sostenidas por una estaquillas que se niegan a renunciar a su nombre y a su utilidad. Los cristales se ven ajados, las maderas del mirador resentidas, ay sí, por el inclemente paso del tiempo.
Pero unas manos han puesto a lavar y han tendido esas ropas... Así también la Navidad mantiene tensos los alambres de su por qué seguir siendo... Sí, el tiempo pasa y se lo lleva todo y lo oxida... Pero también posibilita el nacimiento de nuevos seres y de nuevas esperanzas... Así también la Navidad.
No todo es Navidad. Y la Navidad no significa lo mismo para todos. Un feliz reencuentro, un compromiso, la constatación de sillas vacias.
Los recuerdos brotan los abuelos y padres que se han ido, los hijos que crecen, , las nuevas incorporaciones las nueras y yernos que acuden por primera vez, los nietos. Nunca está tan claro y cercano el ciclo de la vida.