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Cuento de primavera: Espe, la cuentacuentos

En esta tardía primavera –en la estepa del alto Duero, Primavera tarda– quiero pararme a pensar un momento –antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador– en la esperanza. Escuchamos la palabra "esperanza” y a todos nos viene a la cabeza una cosa: la esperanza es lo último que se pierde. Pero qué va. Es todo lo contrario. Esperanza, la Espe, es la primera que se perdió.

El caso es que el todopoderoso Zeus había creado a los hombres. Al principio solo eran tíos, es decir, varones, machos, pero luego se enfadó con Prometeo, que era muy amigo de los humanos, y, para fastidiarlos, encargó a Hefesto la primera mujer, Pandora. Vaya encarguito, pensaría Hefesto. Además, Zeus había creado los bienes y los males que correspondían a esas nuevas criaturas. Como era un dios muy cuadriculado, puso dos ánforas junto a su trono olímpico, una para los bienes y otra para los males, y ordenó que cada uno de los bienes y de los males se metiese en su vasija correspondiente.

El caso es, como decía, que Esperanza, la Espe, era muy despistada. Andaba todo el día inventando cuentos personalizados y no se dio cuenta de que se metía en el cántaro equivocado. Cuando se quiso enterar, Zeus había puesto la tapa y ya no se podía salir. Encerrada allí con los malotes –la peste, la guerra, el hambre, los terremotos y otros cuantos– se acurrucó en un rincón y siguió imaginando cuentos personalizados para evadirse de aquella angustiosa situación. Susurró un cuento a Penélope, que tejía y destejía su manto mientras esperaba a Ulises, otro a los primeros cristianos, quienes esperaban el regreso triunfante de Jesucristo, otro a Marco, que se fue de los Apeninos a los Andes a buscar a su mamá... cientos, miles, millones de cuentos.

A todos nos suena también la segunda parte de este cuento. Pandora fue rechazada por Prometeo, el protector, y se casó con su hermano, Epimeteo, el que no piensa antes de actuar. Lo que sabemos todos es que Pandora tenía una de las vasijas de Zeus, la famosa caja de Pandora. Zeus le había dicho que cogiese una de las dos como presente de boda. Vaya cabroncete el dios del rayo: ya se imaginaba lo que iba a pasar. Pandora era una mujer muy hermosa, pero muy atolondrada y curiosona, y había cogido la caja de los males. Una noche, a pesar de que su marido, Epimeteo, le había prevenido contra los regalitos de Zeus, Pandora abrió la caja, que le atraía como un paquete de Amazon. Y así sabemos que se escaparon todos los males. Y que Esperanza, la Espe, cuando se quiso enterar, ya no pudo salir, porque estaba absorta en su rincón, sin querer saber nada de aquellos malotes, hilando sus cuentos personalizados.

Ahora, Esperanza tiene un cuento para un soldado ruso que sueña con regresar a su casa con vida, y otro para un refugiado ucraniano que lleva varios meses en España en un piso de acogida de Cáritas; y otro para Alberto, mi vecino del pueblo, que todas las mañanas mira al cielo esperando la lluvia, junto al regato de Valdemocho. Hasta ha inventado uno para los culés, los aficionados del Barça, en el que esperan ganar la Champion. Es más, incluso ha imaginado un cuento personalizado para mi encantadora novia y para mí, en el que yo vuelvo al instituto y me siento en el ordenador de la biblioteca y me pongo a catalogar libros como si nada. Y después los dos nos vamos a mi casa a comer unos huevos fritos con chorizo. Qué maja la Espe.


El socio n.º 3

2 Comments


Guest
May 26, 2023

Parece que lo malo siempre triunfa y que lo bueno , además de equivocarse, es un poco bobalicón.

No importa: Esperanza sigue trabajando y haciendo realidad sueños justos y hermosos, aunque se aloje en un recipiente equivocado.

Las bibliotecas, en efecto, se hallan en peligro de extinción, como tantas otras cosas bonitas que fueron, cumplieron su papel mientras parecieron importantes, produjeron cultura y progreso...y desaparecieron... ¡Menos mal que nos queda Amazon para generar nuevas aficiones nocivas!

En cuanto al cuento, estimado socio, esperamos con esperanza los sucesivos correspondientes al verano, al otoño y al invierno. ¡No se olvide usted de sus fieles seguidores!

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Guest
May 26, 2023

Ojalá... Solo que de la Espe habrá que esperar también libros que catalogar, porque su excelente sucesora, querido socio, no "tiene trabajo", si no es por algunas bibliotecarias de recreo, que ni abren el programa, ni "devuelven" los libro, ni los llevan a la estantería correspondiente.

Y es que, para que un libro llegue al Instituto, hace falta que no esté digitalizado y que a quien vaya a pedirlo la secretaria no lo mate del susto...

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