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Como quien descorcha un buen vino

Comienza el año y empezamos a recorrer el círculo. En mi ventanal ahora no brilla el sol, pero en un par de meses los rayos del astro rey volverán a deslucir el entarimado. El abedul que enseñorea la plaza es un calendario natural: hasta en los días más cortos, sus ramas más altas se han iluminado; mediodía a mediodía, la luz bajará por la copa hasta la base del tronco; entonces, ya será primavera.

Fuente: Dreamstime

Un círculo cerrado es un círculo infinito, sin principio ni final. En la pantalla de mi móvil, debajo de la temperatura y de la ubicación, hay un círculo con una flecha. Actualiza los datos al momento presente. Es el uróboro griego, la serpiente que se muerde la cola, el símbolo del eterno retorno, de los sudores sin fruto, del esfuerzo inútil. Nuestro presidente, tan narciso él, se ha comparado estos días con Sísifo, el rey de Corinto condenado a subir día tras día un enorme pedrusco a lo alto de una montaña. A nuestro presidente nadie le informó –será por asesores− de que Sísifo fue un rey impío, artero y mentiroso, y de que por eso fue castigado por los dioses. Hace ya unos cuantos años que visité el imponente canal que separa el Peloponeso del resto de Grecia. Desde el puente que salva el precipicio, imaginé sobre el acrocorinto la construcción del tholos que dio origen al mito.


Por lo que se ve, los antiguos griegos, que ya proyectaron el canal pero lo dejaron en rampa, eran unos tristes. Las buenas intenciones –lo ha explicado también, y tan bien, hoy el psiquiatra Jesús de la Gándara en la cadena Ser– no funcionan. Los propósitos de Año Nuevo se disuelven como el Nesquik y, año tras año, nos encontramos en el mismo círculo vicioso. La solución –ha explicado el doctor– es sustituir las buenas intenciones por la buenas tentaciones. La fuerza de voluntad, sin la gasolina de la motivación, no nos lleva a ningún sitio. Los afectos y las pasiones mueven el mundo, arrojan los cantos que levantan nuestros milladoiros particulares.


Los romanos lo tenían claro. En Roma, tribunos y patricios se daban a la buena vida. Los legionarios veteranos esperaban, al terminar sus servicios, ser recompensados con algo más que sus estipendios correspondientes. Un lote de tierras en Hispania, por ejemplo. Decenas de melladuras en sus cascos daban cuenta de su valor. Unas tiras de cuero cubrían sus mejillas y ajustaban el casco por debajo de la barbilla: eran las buccula. En el siglo XVIII, otros vividores, los ilustrados marquesitos franceses, dieron en llamar bucles a los tirabuzones que enmarcaban las empolvadas caritas de las condesitas. El bucle es una forma helicoidal que tiene una ventaja sobre el círculo: te permite evolucionar, buscar un camino. Bill Murray, en El día de la marmota, termina encontrando la solución, consigue no volver a la casilla de salida. Tom Cruise, en Al filo del mañana, también erige sus hitos en cada intento y, finalmente, escapa de las fauces del dragón. Por eso, yo les deseo este año que entren en bucle. Como quien se prepara un ColaCao calentito. Como quien descorcha un buen vino.


Galaor de Langelot

3 comentarios

3 Comments


Guest
Jan 15

El sol entra en mi dormitorio a partir del 26 de febrero, este año igual entra el 29 en honor al cumpleaños de Sísifo Sánchez, estará en negociaciones supongo.

Llevo casi dos años en bucle, así que desearía cambiar a otra figura geométrica, quizás una simple línea recta, aunque esté un poco abollada, como los caminos.

Feliz año a todos

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Guest
Jan 12

Un texto muy bien argumentado, sereno pese a sus reflexiones grises, incluso no exento de una pizca de humor.... Sísifos "sancheados", serpientes diablos, soles y sombras, propósitos y tentaciones, círculos y bucles...., todo ello amalgamado en un conglomerado de reflexiones originales y compartibles.

Mejor bucle que círculo (aunque el devenir vital es más círculo que bucle); mejor poder disponer de un resquicio para poder escapar de las malas tentaciones y hacerles un hueco a los buenos propósitos (sean o no cumplidos a la postre); mejor hacer arte, formar un bucle vivo con nuestras aportaciones sencillas y siempre bienintencionadas a "Bucle".

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Guest
Jan 12

A ver si entramos en bucle y salimos trasquilados...

Y yo he debido de hacerlo, o no, igual soy un Sísifo de sofá que retorna siempre, en la lectura de sus sabihondos artículos, a la misma lectura.

Sí está hoy usted clásico: así que el astro rey, con sus rayos, deslucirá, cual lluvia de oro, en breve, el parqué. Y el abedul, el señor del parque, marcará, cuando la luz (inmarcesible no obstante hasta en los días más aciagos) llegue hasta la base de su tronco, la irrupción de la primavera. Y la plaza abrirá sus puertas, añado, alegre (la plaza, que no yo) a nuevos frutos y huéspedes.

¡Alerta! Que por aquí llega Jesús de la Gárgara (acto fallido…


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