En la noche cantan
las sombras del aire,
los fantasmas de la luz
que bailan en silencio.
Frente al calor de un hogar
atraviesan la ventana
repleta de reflejos
que caminan hacia el alma.
Nocturnidad, divino tesoro.
Noche, ante los ojos abiertos
con la despierta luna y
entre las fugaces estrellas escondidas.
Una luz cálida,
un espejo en la mirada,
la ausencia de la visión del mundo
entre los destellos del agua.
Paseos en círculo, paseos
sobre la tranquilidad del lago soleado,
sobre la calma del charco iluminado
caen los miedos derramados.
Destellos de luz, de
estados gaseosos, de
sólidas sonrisas con su
llama encendida.
NeiRma
La tenue y cálida luz cuadriculada de una ventana dispara la imaginación del poeta: sombras, espejos, destellos reflejos. El poema tiene un cierto aire modernista - juventud, divino tesoro - y nostálgico, juanramoniano., de su primera época, la de Jardines lejanos. Al otro lado de los cristales, el hogar, la llama encendida; fuera, la noche fría, los fantasmas que bailan en silencio.
En esta fotografía hay una luz cálida que, a través de los cristales recién anochecidos de un balcón, ilumina la calidez de una estancia que nos permite intuir la presencia de un radiador. En el poema, como en la fotografía, hay noche y hay luz, hay agua y destellos, hay calidez y hay sombra. Perfecta conjunción.