Se cierne sobre las tierras de pasto, sobre los alumbrados maltrechos y las fincas en barbecho. Cientos de miles de insectos huyen a sus agujeros, donde esperan arrebujados a que pase la tormenta. Los cielos que bullen en un pasar veloz sobre las casas y las miradas esta vez se quedan, se acomodan en el asiento que un pueblo les ha preparado repleto de cojines y almohadas. Vienen las nubes enfadadas, tristes, repletas de llanto, de una fuerza incalculable que solo ellas conocen –ajena a los hombres– víctimas de sus caprichos y de sus emociones sensoriales.
Ya se ha cubierto todo, salvo unos resquicios de luz solar, de inciertos azules que luchan con espíritu, pero sin convicción, por sobrevivir, por salvar a las vidas secas y soleadas que aún se hacinan –libres– sobre un suelo humano. La luz que se filtra cada vez es más débil; el escudo de nubarrones es oscuro, impenetrable, eterno como los muros de un templo milenario.
Las miradas infantiles se alzan hacia el cielo. Algunos paraguas duermen silentes en las casas de sus casas. Otros se preparan en manos enfundados para salvaguardar la sombra de sus dueños.
El cielo se encapota; la tierra se oscurece hasta parecer ceniza; la luz deja de existir para iluminar la otra cara de las nubes; la calma silenciosa se hace insoportable; el olor de la hierba mojada comienza a crecer en el alma de los soldados que caminan; las arañas salen de sus escondites para seguir tejiendo sus filamentos de plata y marfil; el viento se intensifica; el tiempo se hace humano.
Se cierne la tormenta.
El primer ataque, la primera estocada.
Llega la tempestad.
NeiRma
El tempo de esta descripción se ajusta perfectamente al desarrollo de una tormenta. Las palabras se acompasan a ese momento expectante en el que cambia la luz y los sentidos se agudizan. El aire se carga de electricidad y nuestro instinto, como el de los animales, busca un refugio. Este texto logra transmitir con maestría esa tensión.
Un texto precioso, tenebroso y sentido. Casi todo en él es perfecto (quizás no me gusta el título, mira tú por dónde), puede que excesivamente tenebroso, antes de acceder a un contenido impecable en expresión y en sentimiento. Grande.