Ahora que...
Ahora, que te estás poniendo
viejo,
yo seré tu infancia.
Ahora, que tienes tus recuerdos
enredados en la nada,
yo seré tu memoria.
Ahora, que te sobran las
palabras, porque ya no las
encuentras,
yo seré tu boca, para susurrarnos
todo lo que no supimos decirnos
antes...
Ahora, que parece entonces, pero
no lo es,
que miras tus manos y no las
reconoces, porque están llenas de
sarmientos esperando el trabajo
del nuevo rebrotar uvas,
allá en otro lugar siempre
añorado.
Ahora, que te estás poniendo
débil,
yo seré tu refugio,
tu martillo, tu hacha...;
ahora, que ya no tienes
voz,
seré yo tu canto, tu
flauta, tus palabras ya sin
música.
Tú ya nada; yo todo cuanto has dejado de
ser.
Ahora, que te estás
yendo,
seré yo tu camino,
ese que se pisa, que se va, que nunca
vuelve.
Ahora... ¿Cuándo es ahora?
AnRos
Entre anáforas y antítesis surge la promesa del compromiso vital, del pago de esas deudas que nos hacen tan humanos. La atención y el cuidado del otro es una prueba de solidaridad, de amistad, quizás de amor. El uno se hace cargo de la vida del otro, para que siga siendo en un ahora indefinido, que deja abierto el poema.